La mañana de otoño en mi casa cuando comenzaba a escuchar las coplas, una bandada de calandrias cantaron juntas en una llegada caótica a mi joven duraznero que todavía conservaba alguna hoja rojiza y contradictoria en los tonos azulados de ésta patagonia. Escuché las COPLAS DEL PAYADOR PERSEGUIDO con un trinar inaudito de calandria alborotada. En ese contento supe que la muerte no es tal cuando de cantar la verdadera rebelión se vive. En el viento que surca la patagonia de estos días se oye la voz. Alfredo Giménez así lo expresa desde el suplemento cultural Tinta China.

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