lunes, 26 de julio de 2010

La tolerancia


"Hay que ser más tolerante" un consejo que a veces se puede ejercitar y a veces no.
La tolerancia ha sido éstos últimos meses una de los estados más pasados por el cuerpo y por la mente.
A raíz de la serie de debates que se suscitaron por la propuesta de ley que da regularidad legal a las parejas homosexuales, la intolerancia estuvo al día exponiendo su agresividad, su manera tan particular de generar confusión y desinformación, su ignorancia que incomoda ante la imposibilidad de un debate serio, su marcado autoritarismo y demagogia. Fueron días intensos en los que quedó muy claro que la tolerancia es prácticamente desconocida. O quizá la más mediática es su antítesis.
Es muy positivo tener un claro panorama sobre las expresiones de intolerancia. Por eso es muy oportuno traer al diálogo temas en los que esté en juego la tolerancia. Quizá por éstos días, en que se aceptó legalmente la existencia de parejas del mismo sexo, se puedan sacar algunas conclusiones con respecto a la tolerancia en lo social.
Los dichos desaprobatorios, por medio de insultos y comparaciones descalificatorias, fueron brindados por portavoces de religiones y personas de escasa potencia cognoscitiva.
En lo académico las disciplinas más actualizadas pudieron aportar claridad a muchos conceptos y las menos actualizadas dejaron la propuesta de vivir un orden antiguo en el que la mujer, por ejemplo, es un ser sin deseo.
Muchos y muchas se declararon a favor del matrimonio gay o de lesbianas pero en contra de la adopción. Éste posicionamiento es uno de los resultados de la desinformación. La nueva ley no propondría permitir o restringir la adopción. Ya existen parejas del mismo sexo que crían niños o niñas. Estar en contra de lo que pasa no aporta nada al debate en sí. Deja cierta incomodidad para los que no acostumbramos juzgar hogares desconocidos.
Después están los que les da igual y no tienen ni idea ni ganas de aportar nada, salvo algún chiste evasivo en los que quizá se denote la cosilla violenta no asumida.
Y los y las que nos pronunciamos a favor por muchas razones. El tema de la homosexualidad desencadena prejuicios y aprendizajes muy profundos sobre la sexualidad toda. En tiempos como éstos en los que la sexualidad es sólo el acto sexual o lo genital es propicio hablar, preguntar, preguntarse y responder.
Las religiones en vez de cuestionar las parejas de gays o lesbianas deberían cuestionar el abuso y la violencia sexual hacia menores que existe desde siempre, si su misión es defender a los débiles e inocentes que lo hagan. Quizá bajo los mismos índices de horror que manejan deberían exacerbarse con los programas de televisión que arrancan de temprano desnudando gente y vociferando sus traumas productos del odio y el desamor. Osea el temor por una futura sociedad corrompida debería haberse expresado hace bastante tiempo atrás.
Aparte de un debate sobre matrimonio igualitario pudimos presenciar y ser parte de los parámetros de tolerancia e hipocresía en los que vivimos. En mi entorno más próximo se vivió muy lindo, apaciguador, dando certezas que hacen bien y ayudan al aprendizaje. ¿Y en tú entorno cómo se vivió?

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